26 agosto 2010

Le jour J

Ya es oficial, la cuenta regresiva comenzó.
No pasó mucho tiempo desde la proposición y sin embargo ya todo está en marcha.
Finalmente, después de un año y tres meses juntos, decidimos casarnos.

Es raro. Yo nunca soñé con casarme. Siempre fui un poco de esas que cree que no es necesario presentarse frente a ningún tipo de autoridad para dejar asentado tu amor por alguien. Vivir juntos, hacer planes, compartir la vida, siempre me pareció un compromiso más que suficiente.
Sin embargo ahora es diferente. No sé bien cuándo ocurrió pero ahora tengo ganas de ser "la mujer de", de que me llamen "señora", de tener un simbólico anillo en mi anular izquierdo que muestre mi compromiso de amor con la persona que elegí. Es raro pero ahora tengo ganas.

Hace un año y tres meses, cuando toda esta original historia de amor empezó, sabía que iba a durar. El desafío de hablar un idioma extranjero para los dos, de haber nacido en rincones opuestos del planeta, de habernos encontrado en París, mi amada París, no hacen más que confirmar que evidentemente esto es algo especial.

Todo fue muy rápido pero eso no es más que un buen signo. Cuando estamos seguros, los eventos se encadenan de manera muy fluida. No soporto a Paulo Coelho y no me gusta tener que citarlo, pero admito que tiene razón cuando dice: "Cuando quieres algo, todo el Universo conspira para que realices tu deseo."


Desde la propuesta oficial, la confirmación en Burano, Venecia, hasta hoy, pasaron un montón de cosas. Decidimos hacerlo lo antes posible, ¿para qué esperar?. 
Entre tanto, nos fuimos de vacaciones a Ucrania donde todo el tema casorio es muy importante. Hay tantas tradiciones como novias vestidas de blanco crucé un sábado en un parque de Kiev. Tuve la suerte de asistir a uno relativamente tradicional de unos amigos nuestros. Se casaron en la Iglesia Ucraniana (cristiana, mezcla de ortodoxa con prácticas bizantinas, con hermosos íconos dorados y servilletas bordadas) en una emotiva ceremonia totalmente hablada en ucraniano (que hubiese sido aún más emotiva si hubiese entendido lo que decían) y luego hicieron un festejo muy íntimo en un restaurant del centro de Kiev. Fue una hermosa experiencia que quizás contaré en detalle en otro post.


Nosotros queremos hacer algo simple, que se parezca a nosotros. Empezamos pensando en un picnic a orillas del Sena, después pasamos a un parque. Ambos lugares terminaron siendo inviables por diferentes razones pero la idea del picnic al aire libre nos seguía gustando.
Después de horas y horas de internet, poniendo vayaunoasaberqué en Google esperando que aparezca EL lugar, dimos con él. Es exactamente lo que buscábamos: un jardín hermoso y muy grande con la posibilidad de estar adentro si el tiempo no acompaña.
Lo fui a visitar al día siguiente, me tomé el tren sola. Lamentablemente él no podía venir porque era un día de semana a la mañana. Llovía mucho pero así y todo, en cuanto puse los pies en el pasto del lugar, supe que era ese. Me pasé todo el viaje de vuelta en tren contándole a mi media naranja lo maravillosofantásticoperfecto que era el lugar en una verborragia inusual en mí. Creo que hasta mencioné que quería mudarme al pueblito.


La búsqueda del vestido empezó antes porque quería aprovechar el período de rebajas (del 28 de junio al 1 de agosto), mi 75% judío se manifestó. 
Tenía una idea bastante clara de lo que quería: nada de froufrous, merengues, tules, rococo, puntillas, transparencias, velos y la mar en coche. Quería algo sencillo, un toque geométricoedgy,  rock and roll, original. Muy pronto supe que para eso no tenía que buscar en las casas de novias. 
Me decidí bastante rápido (finalmente, tantas horas leyendo revistas y blogs de diseño de todo tipo sirven para algo más que el placer de mis ojos). Una tarde de fines de julio, junto con mi tía y prima lo encontramos. Estaba ahí colgado, un poco escondido y triste en su percha. Fue mi prima la que le hizo "piedra libre", me buscó mi talle y me lo trajo. Y era ese. Y es ese.


Los zapatos fueron amor a primera vista. Me los compré en el acto.


Empezamos a avisarles a nuestros invitados con poca anticipación por lo cual, desgraciadamente, muchos de ellos no pueden venir porque ya tenían planes.
Ayer a la noche terminamos las invitaciones oficiales. Fue mucho más trabajo del que nos imaginamos. Pero acá están terminadas (estoy orgullosa y quiero mostrarlas):


Invitación al civil
y en los 3 idiomas (borré la información por razones evidentes... hasta en ruso, una nunca conoce el nivel de poliglotismo de mis lectores):
Aunque no lo crean, la versión en castellano fue difícil. La idea era hacerlo en un castellano neutro y no mandarme ninguna "argentinada" ya que no todos los hispanoparlantes de la fiesta son argentinos.

¡Oh la lengua de Molière! Evidentemente, la única que escribimos juntos


pa ruski


Las crónicas del casorio continuarán. Habrá mil y una anécdotas por contar, empezando por el momento en que se conozcan las consuegras quienes no tienen un sólo idioma en común y que pasarán varias horas juntas en la cocina preparando los manjares que degustaremos esa noche (ellas se ofrecieron, ¿eh?).


Me voy al gimnasio, no vaya a ser cosa que después no me entre el vestido.

13 agosto 2010

The Man

En el hostel donde me alojé en Sebastopol, Crimea (Sevastopol, en ruso, que raro que lo hayan transliterado con "b") había unos 15 hombres y dos mujeres: mi amiga y yo. Un grupo grande de checos que iban al festival de Kazantip, un yanqui, dos holandeses y un japonés. Todos bronceados, musculosos, rubios, amigables y sonrientes se paseaban sin remera por el hostel. Todos menos el japonés.
El japonés, alto y muy flaco, era muy callado y no hablaba con nadie. Después nos enteramos que vino de Japón a Ucrania a recorrer el país en bici. Tres semanas pedaleando por los cuatro puntos cardinales, a 40º de calor. Ya había recorrido gran parte del país, le quedaban sólo unos días para terminar su periplo.
Me gustó la imagen: el grupo de seductores en contraste con el japonés. The man.

10 agosto 2010

.ua (segunda parte)


Las mujeres necesitan una mencion aparte. 
John Lennon decia que las ucranianas lo habían dejado sin aliento y que no tienen comparación con las del  oeste :
"(...)Well the Ukraine girls really knock me out
They leave the west behind (...)"
John Lennon - Back in the USSR 
y actualmente hacen furor sobre las pasarelas. Las ucranianas se saben bellas y no lo esconden. Subidas a altisimos tacos, con transparencias, mini shorts, minifaldas, mini todo, maquilladas acentuando sus razgos eslavos, es dificil no darse vuelta, ¡hasta para mi! Son muy femeninas, el pelo largo, cuidado, peinado en trenzas o perfectamente cepillado, caminan elegantemente, subidas a tales alturas, por las calles empedradas y desniveladas de la capital. Flacas, esbeltas, femeninas, no en vano el culto a la mujer en Ucrania es tan importante. 
Sin embargo, la vida dura hace de estas preciosas jovenes, mujeres maduras con razgos cansados. La devoción hacia sus respectivas familias les hace olvidar un poco el cuidado personal y, detrás de expresiones de fatiga, de los pañuelos que cubren sus cabezas, de los muchos kilos de más y de los vestidos amorfos hasta los talones, se adivinan los razgos de las hermosas mujeres que fueron.
Los hombres idolatran a sus mujeres, las protegen, las defienden, hablan de ellas. Es una sociedad donde la mujer tiene mucho peso, es ella la que decide en casa. Es ella la que hace todo: trabaja a la par del hombre fuera de casa y vuelve para ocuparse de su hogar y de toda su familia. Ella es el centro de universo, a ella recurren por consejos, por apoyo, por comida, por amor. Ellas no muestran cansancio, responden con dulzura la atencion de sus familias, se contentan con la felicidad de sus hijos y mantienen el universo girando.
En las calles se ven muchas, muchas mas mujeres que hombres. Desde las adolescentes y adultas jovenes con sus larguisimas piernas bronceadas, hasta las babushki que venden flores o frutas y verduras en la calle. Estas ultimas, con una pension de miseria, no tienen alternativa que seguir trabajando para sobrevivir. Los hombres viven 12 años menos que las mujeres (la esperanza de vida de los hombres es de 60 años y la de las mujeres de 72 – PNUD 2008).
Pienso en las vidas de estas mujeres que sentadas en un balde puesto al revés, en la vereda o en el tunel del metro, venden los tomates mas ricos del mundo que ellas mismas cultivan en sus huertos y se me estremece el cuerpo. Una babushka que nació en las primeras decadas del siglo XX, vió desfilar ante sus ojos dos guerras mundiales, una cortina de hierro, hambrunas, revoluciones, progreso, decadencia, nacimientos, destrucción, una independencia... Y ellas estan ahi, con sus pañuelos en la cabeza, sentadas, vendiendo tomates para sobrevivir. Qué fuerte.

Ayer fuimos a visitar a la abuela. La señora nació y vivió toda su vida en la misma ciudad, sólo se mudó una vez, a 100 metros de su casa anterior, cuando se volvió a casar, después de quedar viuda. Con sus ojos profundos, donde todavia se ve el mismo brillo que en los ojos de su hija, y sus manos ahora víctimas de Parkinson, trabajó toda su vida en una fábrica haciendo trabajo de precisión: ajustaba instrumentos para medir. Esta señora, universitaria, vio gran parte del siglo XX desfilar delante de sus ojos. Cuántos recuerdos de los felices años soviéticos quedarán en su memoria. Cuántas esperanzas se irán con ella de un futuro que no fue.
Un rato mas tarde, vino su amiga de infancia a visitarla. Esta señora, ingeniera, vive con sus dos nietos desde la muerte de su segundo hijo. Una mujer activa que sabía de la inmigracion judía en America Latina, que quería escuchar hablar en castellano y que estaba contenta de ver a su nieto postizo, venir a la ciudad natal con su compañera... aunque ésta sea extranjera.

Los ucranianos son como su pais: frios, serios y secos al primer approach. Pero, una vez penetrada la barrera de las diferencias culturales, se descubren hospitalarios, amables, educados, entrañables. Me siento bienvenida, cómoda. La gente me abre las puertas de sus casas y, sin idioma en común mas que el de las sonrisas y el respeto, me hacen sentir como en mi casa.

01 agosto 2010

.ua (primera parte)

Se me hace muy dificil escribir una cronica objetiva de mis impresiones en Ucrania. Un pais con el que, sin nunca haber estado antes, ya tenia lazos muy profundos. Interminables cenas rodeada de ucranianos nostalgicos, impresionantemente cultos que discuten sutilidades del idioma ucraniano (a pesar de ser, la mayor parte de ellos, rusoparlantes), origenes de tradiciones milenarias y que construyen puentes entre el “chez nous” (en nuestra casa) y su nuevo hogar por eleccion, la vida en la diaspora. Bien subrayo eleccion, porque ninguno de ellos tuvo que huir de un pais en guerra, hambriento u ocupado, como hicieron sus abuelos.


Ucrania es una de las “figuritas dificiles” de la lista de paises. Creo que es un lugar al que uno iria de vacaciones o sin un objetivo o contacto preciso. Mis vacaciones empezaron hace una semana pero cada dia es tan intenso que tengo la sensacion de estar aca hace mas tiempo. Todavia me queda otra semana llena de sensaciones nuevas.

Lo admito, la primera impresion que me lleve al llegar a Kiev no fue la belleza de sus cupulas doradas brillando con el sol, la de sus verdes e inmensos parques, ni la del caudaloso Dnipro (Dnieper).
Kiev, cuna de la nacion eslava, es una explosion.
Una explosion de contrastes, de un capitalismo que exploto a principios de los 90 y que mancho cada rincon de publicidad (reclama). En Kiev todo se vende y todo se compra. El lobo feroz no deja fachada sin la opcion de consumir, sin la esperanza de una vida mejor despues de convertirse en cliente de una X compañía telefonica. Para no olvidarse de lo esencial, un pasacalles cerca de donde me estoy quedando reza: “Amemos Ucrania”. Posiblemente esto no me hubiese impactado tanto si viniese de mi Argentina salvaje en lugar de una de las principales capitales europeas del oeste.

Kiev, a primera vista, la senti nostalgica. Nostalgia de lo que fue, de los mejores años sovieticos o incluso de sus heroicos antepasados; y nostalgia de lo que sera o esperan que sea, como la gigante bandera de la Union Europea colgada en una de las columnas de la casa de gobierno, opuesta a la bandera nacional (por el momento no hay ninguna prospeccion de ingreso de Ucrania a la UE).

Metros, marshrutki (traffics o mini buses que tienen un recorrido determinado y de los que uno puede bajar en cualquier momento entre ambos puntos. Aparentemente antes no estaban regulados y cualquier persona podia tener una y hacer el recorrido que quisiera) y tramvays transportan a los serios kievianos (?) de un barrio a otro de la ciudad. La ciudad es extensa, los recorridos son largos y el transporte no es particularmente facil de tomar ni de encontrar. De haber estado sola, hubiese sido realmente dificil. Kiev todavia no se acostumbro a ser linda y abierta al mundo, por ende, a ser una destinacion turistica. Nada esta hecho pensando en los extranjeros. No hay oficinas de turismo, ni mapas en las calles y muy, muy poca informacion en ingles en los lugares mas turisticos. La gente no esta acostumbrada a escuchar hablar “extranjero” y se da vuelta sorprendida.
Una vez pasado el shock inicial y la sensacion “pelicula de Kusturica”, empece a mirar. Y no hay que ver demasiado profundo para descubrir una hermosa ciudad, amplia, verde, verde, brillante, ondulada, moderna, cuidada, amable, sincera.
La ciudad no oculta sus miserias, sus tragedias, sus hambrunas, sus yugos. Impresionantes y esteticos monumentos recuerdan tanto dolor.
Las vistas panormicas son quizas mi espectaculo preferido. Entre los miles de arboles, las cupulas doradas encandilan con el sol y el Dnipro sinuoso acompaña las curvas de la ciudad. El horizonte esta siempre visible a 360° lo cual, para mi que naci rodeada de montañas y a pesar de que hace años que no vivo mas alla, no deja de sorprenderme.
La ciudad es tan verde y tan extensa que te hace olvidar que estas en una capital de mas de 4 millones de habitantes. Se escuchan los pajaros y las hojas de los arboles moverse con la caliente brisa estival. Los habitantes disfrutan de su bella capital paseando por los parques, tomando algo fresco en una de las tantas terrazas con sombrillas y reuniendose en las esquinas una vez el ardiente sol se oculta. Por momentos me daba la sensacion de estar en una ciudad balnearia y lo confirmaba viendo a las mujeres caminar practicamente en bikini y a los hombres con el torso desnudo por el centro de la ciudad. La gente se baña en el rio y toma sol en sus playas. Hay un parque de diversiones acuatico muy popular.
Vista desde la torre del campanario de Києво-Печерська лавра
(
Kievo Pecherska Lavra , Monasterio de las catacumbas)
foto by OCh

continuara...


perdon por la ausencia total de acentos, a mi misma me molesta soberanamente.

15 mayo 2010

Tus primeros 60

El 3 fue tu cumple y, casi como una broma del destino, no pude escribirte en todo el día. Los mensajes a mamá no se mandaban, tampoco a los chicos. Me sentí muy sola. Con todo este dolor que vive conmigo pero que el 3 dolía más que de costumbre. Aunque sea necesitaba una computadora para escribirte, para desearte feliz cumple, como siempre, para decirte lo mucho, lo terrible, lo asquerosamente hiriente que es este sentimiento de extrañarte en permanencia.
Hubiese dado todo, cualquier cosa, por escuchar tu voz, porque, aunque sea, vengas a visitarme en un sueño... un ratito no más. Pero no, no estás.
Al borde de desesperar, decidí hablarte. Mientras caminaba, mientras tomaba el metro, mientras tomaba el bus para ir al aeropuerto porque justo ese día viajé a Barcelona. Y te hablé, te conté, te pedí tu opinión, te escuché... y estuviste.
Y sólo cuando cierro los ojos y me calmo, escucho tu voz que viene de adentro mío, de muy profundo. Sólo cuando me calmo te puedo agarrar de la mano -constatar que las mías son una versión femenina de las tuyas- y cruzar la calle. Sólo cuando me calmo estás, venís, vivís en mi. El dolor hace mucho ruido, ¿sabés? y no es fácil hacerlo callar.
A veces me vienen flashbacks de la pesadilla que vivimos los 5 esos días. Pero de una manera macabra puedo ver la belleza pura de esos momentos. De esos "mini milagritos" que se dieron y puedo revivir la sensación física de una mirada, de un suspiro, de tu última respiración.

Tus primeros 60 años...
Juntos cumpliremos muchos más...
Porque cuando me calmo
Vos vivís en mi.