21 noviembre 2009

¡Vivan las fusiones!

Acabo de descubir esta banda, sonó hace un rato en mi radio preferida, FIP y enseguida fui a la página a averiguar quién era. Se llama Bethany & Rufus y son simplemente geniales. Hacen una fusión interesante de instrumentos de cuerda, percusión y voces, reinterpretando canciones tradicionales folk o incluso reversionando algún que otro tema de rock clásico tipo "Nobody's fault but mine" de Led Zeppelin. Una yanqui, un canadiense, un haitiano y un nigerino (atención, no nigeriano, de Níger):

Rufus Cappadocia: violoncello de 5 cuerdas, laúd
Bethany Yarrow: voz, laúd eléctrico
Bonga Jean Baptiste: percusión de Haití, kalimba, voz
Yacouba Moumouni: flauta Fulani, voz

Perfecto acompañamiento musical a nuestra cena judía... digo... ¡de Europa del Este! de varenikes caseros y torta de queso blanco y semillas de amapola comprada en un negocio de comidas polacas en una calle llena de tiendas hindues y africanas.

¡Qué vivan las fusiones, mezclas y combinaciones culturales de todo tipo!

06 noviembre 2009

Visita al Museo Zadkine

Ayer, después de salir de casi 4 horas de ser modelo de pelo (?) donde me hicieron un corte fashionnenabuenaconuntoquelocodemechasrojas, fui al Museo Zadkine, uno de los tantos museos de la Ciudad de París que son gratuitos.
Lo primero que me llamó la atención fue lo difícil que fue encontrarlo. Estaba en el 100bis de la rue d'Assas, tenía los carteles que decían "Museo Zadkine" sobre mi cabeza ¡pero no podía encontrar la puerta!. Incluso había delante uno de esos carteles sobre la Histoire de Paris que hay por todos lados y que cuentan un pedacito de historia del edificio que tenés delante. Avancé un poquito pero ya era el 102. Volví sobre mis pasos y tampoco, era la entrada al edificio del Nº100 (ah, sí, acá los números bis están a continuación del edificio del número original, no como en Argentina que en la cuadra siguiente están todos los bis juntos).
El 100bis era la entrada a lo que parecía el patio de una casa así que entré. Una puerta... no. No es. Seguí caminando hacia el centro de la manzana, llovía mucho. Había unos árboles en el fondo, fui hacia allá pero no había ninguna puerta... Y la voilà ! escondida entre unos árboles, a la derecha, ¡la puerta de entrada a la Maison Zadkine!
Осип Цадкин ("Osip Tsadkin" sí, ahora que se escribir en ruso me hago la canchera, y qué?) fue un escultor y pintor nacido en Bielorrusia en 1890. Estudió en París donde trabajó y vivió la mayor parte de su vida. Lo que hoy es el museo dedicado a su obra, fue su casa, donde vivió con su mujer, Valentine Prax, pintora de origen argelino. Zadkine dijo que había encontrado su "pedazo de paraíso en pleno corazón de París". La casa es realmente preciosa, llena de ventanas y con un jardín en el medio. Allí vivió y fue su atelier durante más de 30 años. A la muerte del artista y respetando su voluntad, su mujer creó el Museo Zadkine y legó la totalidad de sus obras a la Ciudad de París para que sean exhibidas en la casa-museo.
El museo es chiquito. Las piezas están exhibidas muy austeramente con una iluminación muy simple y directa.
No puedo decir que me haya gustado toda su obra ni su estilo. Algunas esculturas me gustaron mucho, como ésta, otras no tanto y otras para nada.
Es un estilo mezcla Picasso y Braque pero en 3 dimensiones. ¡Estos locos y revolucionarios avantgardistas de los años 20 sí que se divertían! Me encanta la idea de romper con todo prejuicio y poner piernas, bocas, narices y ojos donde se les ocurría y no "donde van". De hecho, eso justamente es el cubismo, los objetos se desarman, se analizan por separado y se vuelven a juntar de forma abstracta, no necesariamente todos respetan la misma perspectiva ni la misma proporción. Es decir que, en lugar de pintar o esculpir un objeto desde un punto de vista, el cubismo lo representa desde una multitud de perspectivas que, a la vez, se integran con el fondo y el contexto. La circunstancia que rodea a ese objeto, a menudo se mezcla con éste, lo penetra e interactua.
Otra cosa que me llamó mucho la atención de este pequeño museo fue la accesibilidad a las obras. No encontré ni un solo cartelito que dijera "Prohibido tocar". Todas las esculturas estaban al alcance de la mano, sin ningún tipo de protección. ¡Era una invitación a tocarlas! pero después de años de museos, mis manos están entrenadas para quedarse quietecitas dentro de los bolsillos y aprendí a tocar con los ojos, a imaginarme texturas y superficies y reproducir esa sensación en mi cerebro sin necesidad de tocar físicamente.
En la sala mas grande del museo había un grupito de nenes chiquitos (de unos 7 años como mucho) con sus maestras. Estaban todos sentaditos alrededor de la tarima central donde había unas esculturas en madera, más altas y grandes que las del resto del museo. Minuciosamente cada nene dibujaba y pintaba la obra de su elección. La escena era realmente preciosa: ver a esos grupito multiracial de nenes (había negros, asiáticos, rubios, mestizos) sentaditos y tan concentrados en sus respectivos trabajos. Pero algo más me llamaba la atención y me quedé un rato largo observando la escena. Los nenes eran sordomudos y se comunicaban entre ellos y con las profesoras en un amoroso lenguaje de señas (siempre me pareció de una ternura indescriptible y a veces pienso que se deben comunicar mejor que aquellos que necesitamos de las palabras para describir una idea. Ellos se miran a los ojos y a la boca cuando se hablan. Prestan atención a cada detalle del lenguaje corporal, cosa que los que hablamos con las cuerdas vocales no hacemos).
A la salida me quedé unos minutos más leyendo información sobre el museo y descubrí por qué las obras están así, tan "a mano". Respetando el deseo del artista mismo, los ciegos y disminuidos visuales pueden tocar las obras. Incluso los carteles están también escritos en braille.
Me volví a casa caminando, bajo la lluvia, con una mano sosteniendo el paraguas y la otra en el bolsillo. Con una agradable sensación que me había dejado este museo "para todos".

03 noviembre 2009

París dorado





París está hermoso, dorado con toques rojizos. La luz es increíble, de hecho, siempre me fascinó la luz de esta ciudad (no es casualidad que se llame "la ciudad-luz, ¿no?). Ya empezó el frío, cambiamos la hora así que los días son mucho más cortos. El sol de las 10 de la mañana parece el del atardecer: dulce, suave, tibio.
El cielo está siempre de ese color gris azulado y llueve muy seguido.
No hace mucho frío -entre 5º y 15º. Yo tengo una debilidad por los écharpes, pañuelos, pashminas, bufandas y todo los pedazos de trapo que se puedan atar al cuello así que estoy feliz de poder usar uno diferente cada día, que saco de mi enorme bolsa en el piso del placard.


Y siguiendo con la línea bordelique de este post y con una completa asociación libre de ideas, voy a poner unas imágenes de Xul Solar que, por alguna razón, los colores de París en este momento, me hicieron acordar a este artista argentino loco.