10 agosto 2010

.ua (segunda parte)


Las mujeres necesitan una mencion aparte. 
John Lennon decia que las ucranianas lo habían dejado sin aliento y que no tienen comparación con las del  oeste :
"(...)Well the Ukraine girls really knock me out
They leave the west behind (...)"
John Lennon - Back in the USSR 
y actualmente hacen furor sobre las pasarelas. Las ucranianas se saben bellas y no lo esconden. Subidas a altisimos tacos, con transparencias, mini shorts, minifaldas, mini todo, maquilladas acentuando sus razgos eslavos, es dificil no darse vuelta, ¡hasta para mi! Son muy femeninas, el pelo largo, cuidado, peinado en trenzas o perfectamente cepillado, caminan elegantemente, subidas a tales alturas, por las calles empedradas y desniveladas de la capital. Flacas, esbeltas, femeninas, no en vano el culto a la mujer en Ucrania es tan importante. 
Sin embargo, la vida dura hace de estas preciosas jovenes, mujeres maduras con razgos cansados. La devoción hacia sus respectivas familias les hace olvidar un poco el cuidado personal y, detrás de expresiones de fatiga, de los pañuelos que cubren sus cabezas, de los muchos kilos de más y de los vestidos amorfos hasta los talones, se adivinan los razgos de las hermosas mujeres que fueron.
Los hombres idolatran a sus mujeres, las protegen, las defienden, hablan de ellas. Es una sociedad donde la mujer tiene mucho peso, es ella la que decide en casa. Es ella la que hace todo: trabaja a la par del hombre fuera de casa y vuelve para ocuparse de su hogar y de toda su familia. Ella es el centro de universo, a ella recurren por consejos, por apoyo, por comida, por amor. Ellas no muestran cansancio, responden con dulzura la atencion de sus familias, se contentan con la felicidad de sus hijos y mantienen el universo girando.
En las calles se ven muchas, muchas mas mujeres que hombres. Desde las adolescentes y adultas jovenes con sus larguisimas piernas bronceadas, hasta las babushki que venden flores o frutas y verduras en la calle. Estas ultimas, con una pension de miseria, no tienen alternativa que seguir trabajando para sobrevivir. Los hombres viven 12 años menos que las mujeres (la esperanza de vida de los hombres es de 60 años y la de las mujeres de 72 – PNUD 2008).
Pienso en las vidas de estas mujeres que sentadas en un balde puesto al revés, en la vereda o en el tunel del metro, venden los tomates mas ricos del mundo que ellas mismas cultivan en sus huertos y se me estremece el cuerpo. Una babushka que nació en las primeras decadas del siglo XX, vió desfilar ante sus ojos dos guerras mundiales, una cortina de hierro, hambrunas, revoluciones, progreso, decadencia, nacimientos, destrucción, una independencia... Y ellas estan ahi, con sus pañuelos en la cabeza, sentadas, vendiendo tomates para sobrevivir. Qué fuerte.

Ayer fuimos a visitar a la abuela. La señora nació y vivió toda su vida en la misma ciudad, sólo se mudó una vez, a 100 metros de su casa anterior, cuando se volvió a casar, después de quedar viuda. Con sus ojos profundos, donde todavia se ve el mismo brillo que en los ojos de su hija, y sus manos ahora víctimas de Parkinson, trabajó toda su vida en una fábrica haciendo trabajo de precisión: ajustaba instrumentos para medir. Esta señora, universitaria, vio gran parte del siglo XX desfilar delante de sus ojos. Cuántos recuerdos de los felices años soviéticos quedarán en su memoria. Cuántas esperanzas se irán con ella de un futuro que no fue.
Un rato mas tarde, vino su amiga de infancia a visitarla. Esta señora, ingeniera, vive con sus dos nietos desde la muerte de su segundo hijo. Una mujer activa que sabía de la inmigracion judía en America Latina, que quería escuchar hablar en castellano y que estaba contenta de ver a su nieto postizo, venir a la ciudad natal con su compañera... aunque ésta sea extranjera.

Los ucranianos son como su pais: frios, serios y secos al primer approach. Pero, una vez penetrada la barrera de las diferencias culturales, se descubren hospitalarios, amables, educados, entrañables. Me siento bienvenida, cómoda. La gente me abre las puertas de sus casas y, sin idioma en común mas que el de las sonrisas y el respeto, me hacen sentir como en mi casa.

2 comentarios:

Fernanda Montero Lacasa dijo...

Oli, me encantó!!!
En mi expriencia en Kiev, mucha más corta y conunas cuantas horas de trabajo, me sentí muy cómoda en esa bella ciudad y vibré con esos rasos que vos destacás. Hermoso.
Entonces ahora, Kiev es tu "ciudad política"?
Besooo

Anónimo dijo...

hermoso
gracias por compartir
Federico GARIBOTTI