15 septiembre 2010

J - 3

A 3 días de casarme:
  • tengo el living lleno de cajas de (muy buen) vino que estuvimos eligiendo y degustando toda la semana
  • encontré el lugar que quería y donde imaginé casarme
  • peso casi 5kg menos que hace dos meses, sin hacer ninguna dieta, sólo con bastante ejercicio (y unas vacaciones a 40º) y me siento muy bien
  • mi futuro e... es... espo... (todavía no puedo) está "panicado" y yo muy tranquila
  • hice un montón de banderitas para pinchar a la comida y para poner lo que es en 3 idiomas
  • hice guirnaldas de telas diferentes, tengo ganas de colgarlas para ver cómo quedan
  • tengo los zapatos más hermosos del mundo y muchas ganas de estrenarlos
  • duermo poco y no necesito más
  • me pone triste tener a gente importantísima en mi vida tan lejos pero a la vez me encanta sentirlos cerquita, acompañándome
  • la fiesta será chiquita, íntima, relajada
  • me divertí mucho haciendo la playlist. Todavía tengo que dividir la música en 4 "atmósferas" diferentes: cocktail-apèro, dîner, dansable, dimanche matin
  • me regalé un mimo y la semana pasada fui a un salón de belleza a hacerme "cosas"
  • tengo una Diana F+ que mi futuro ee... esp... me regaló para mi cumple la semana pasada y que muero por estrenar el día de mi casamiento
  • se me ocurren mil y un detalles para mi fiesta pero no hay tiempo (ni tanta plata)
en 3 días estaré casada.
Qué flash.


30 agosto 2010

incapaz

Desde chiquita mis padres me enseñaron que todo lo que me proponga lo podré conseguir.
Mi madre, con su "honestidad brutal" respondía con un "sí que podés", "levantate y probá de nuevo", "hacelo de nuevo", "seguí intentando" a mis "no puedo".
Esa inyección de optimismo moldeó mi personalidad y hoy en día soy una ferviente creyente en ese lema. Con más o menos esfuerzo, generalmente consigo lo que me propongo.

Cuando me atacan con un "no vas a poder, no sos capaz" a alguna de mis ideas, el desafío se vuelve doble.

¿a no?

By theloveshop

Graffitti en Lima, Perú - Foto by marghe00


by theloveshop




26 agosto 2010

Le jour J

Ya es oficial, la cuenta regresiva comenzó.
No pasó mucho tiempo desde la proposición y sin embargo ya todo está en marcha.
Finalmente, después de un año y tres meses juntos, decidimos casarnos.

Es raro. Yo nunca soñé con casarme. Siempre fui un poco de esas que cree que no es necesario presentarse frente a ningún tipo de autoridad para dejar asentado tu amor por alguien. Vivir juntos, hacer planes, compartir la vida, siempre me pareció un compromiso más que suficiente.
Sin embargo ahora es diferente. No sé bien cuándo ocurrió pero ahora tengo ganas de ser "la mujer de", de que me llamen "señora", de tener un simbólico anillo en mi anular izquierdo que muestre mi compromiso de amor con la persona que elegí. Es raro pero ahora tengo ganas.

Hace un año y tres meses, cuando toda esta original historia de amor empezó, sabía que iba a durar. El desafío de hablar un idioma extranjero para los dos, de haber nacido en rincones opuestos del planeta, de habernos encontrado en París, mi amada París, no hacen más que confirmar que evidentemente esto es algo especial.

Todo fue muy rápido pero eso no es más que un buen signo. Cuando estamos seguros, los eventos se encadenan de manera muy fluida. No soporto a Paulo Coelho y no me gusta tener que citarlo, pero admito que tiene razón cuando dice: "Cuando quieres algo, todo el Universo conspira para que realices tu deseo."


Desde la propuesta oficial, la confirmación en Burano, Venecia, hasta hoy, pasaron un montón de cosas. Decidimos hacerlo lo antes posible, ¿para qué esperar?. 
Entre tanto, nos fuimos de vacaciones a Ucrania donde todo el tema casorio es muy importante. Hay tantas tradiciones como novias vestidas de blanco crucé un sábado en un parque de Kiev. Tuve la suerte de asistir a uno relativamente tradicional de unos amigos nuestros. Se casaron en la Iglesia Ucraniana (cristiana, mezcla de ortodoxa con prácticas bizantinas, con hermosos íconos dorados y servilletas bordadas) en una emotiva ceremonia totalmente hablada en ucraniano (que hubiese sido aún más emotiva si hubiese entendido lo que decían) y luego hicieron un festejo muy íntimo en un restaurant del centro de Kiev. Fue una hermosa experiencia que quizás contaré en detalle en otro post.


Nosotros queremos hacer algo simple, que se parezca a nosotros. Empezamos pensando en un picnic a orillas del Sena, después pasamos a un parque. Ambos lugares terminaron siendo inviables por diferentes razones pero la idea del picnic al aire libre nos seguía gustando.
Después de horas y horas de internet, poniendo vayaunoasaberqué en Google esperando que aparezca EL lugar, dimos con él. Es exactamente lo que buscábamos: un jardín hermoso y muy grande con la posibilidad de estar adentro si el tiempo no acompaña.
Lo fui a visitar al día siguiente, me tomé el tren sola. Lamentablemente él no podía venir porque era un día de semana a la mañana. Llovía mucho pero así y todo, en cuanto puse los pies en el pasto del lugar, supe que era ese. Me pasé todo el viaje de vuelta en tren contándole a mi media naranja lo maravillosofantásticoperfecto que era el lugar en una verborragia inusual en mí. Creo que hasta mencioné que quería mudarme al pueblito.


La búsqueda del vestido empezó antes porque quería aprovechar el período de rebajas (del 28 de junio al 1 de agosto), mi 75% judío se manifestó. 
Tenía una idea bastante clara de lo que quería: nada de froufrous, merengues, tules, rococo, puntillas, transparencias, velos y la mar en coche. Quería algo sencillo, un toque geométricoedgy,  rock and roll, original. Muy pronto supe que para eso no tenía que buscar en las casas de novias. 
Me decidí bastante rápido (finalmente, tantas horas leyendo revistas y blogs de diseño de todo tipo sirven para algo más que el placer de mis ojos). Una tarde de fines de julio, junto con mi tía y prima lo encontramos. Estaba ahí colgado, un poco escondido y triste en su percha. Fue mi prima la que le hizo "piedra libre", me buscó mi talle y me lo trajo. Y era ese. Y es ese.


Los zapatos fueron amor a primera vista. Me los compré en el acto.


Empezamos a avisarles a nuestros invitados con poca anticipación por lo cual, desgraciadamente, muchos de ellos no pueden venir porque ya tenían planes.
Ayer a la noche terminamos las invitaciones oficiales. Fue mucho más trabajo del que nos imaginamos. Pero acá están terminadas (estoy orgullosa y quiero mostrarlas):


Invitación al civil
y en los 3 idiomas (borré la información por razones evidentes... hasta en ruso, una nunca conoce el nivel de poliglotismo de mis lectores):
Aunque no lo crean, la versión en castellano fue difícil. La idea era hacerlo en un castellano neutro y no mandarme ninguna "argentinada" ya que no todos los hispanoparlantes de la fiesta son argentinos.

¡Oh la lengua de Molière! Evidentemente, la única que escribimos juntos


pa ruski


Las crónicas del casorio continuarán. Habrá mil y una anécdotas por contar, empezando por el momento en que se conozcan las consuegras quienes no tienen un sólo idioma en común y que pasarán varias horas juntas en la cocina preparando los manjares que degustaremos esa noche (ellas se ofrecieron, ¿eh?).


Me voy al gimnasio, no vaya a ser cosa que después no me entre el vestido.

13 agosto 2010

The Man

En el hostel donde me alojé en Sebastopol, Crimea (Sevastopol, en ruso, que raro que lo hayan transliterado con "b") había unos 15 hombres y dos mujeres: mi amiga y yo. Un grupo grande de checos que iban al festival de Kazantip, un yanqui, dos holandeses y un japonés. Todos bronceados, musculosos, rubios, amigables y sonrientes se paseaban sin remera por el hostel. Todos menos el japonés.
El japonés, alto y muy flaco, era muy callado y no hablaba con nadie. Después nos enteramos que vino de Japón a Ucrania a recorrer el país en bici. Tres semanas pedaleando por los cuatro puntos cardinales, a 40º de calor. Ya había recorrido gran parte del país, le quedaban sólo unos días para terminar su periplo.
Me gustó la imagen: el grupo de seductores en contraste con el japonés. The man.

10 agosto 2010

.ua (segunda parte)


Las mujeres necesitan una mencion aparte. 
John Lennon decia que las ucranianas lo habían dejado sin aliento y que no tienen comparación con las del  oeste :
"(...)Well the Ukraine girls really knock me out
They leave the west behind (...)"
John Lennon - Back in the USSR 
y actualmente hacen furor sobre las pasarelas. Las ucranianas se saben bellas y no lo esconden. Subidas a altisimos tacos, con transparencias, mini shorts, minifaldas, mini todo, maquilladas acentuando sus razgos eslavos, es dificil no darse vuelta, ¡hasta para mi! Son muy femeninas, el pelo largo, cuidado, peinado en trenzas o perfectamente cepillado, caminan elegantemente, subidas a tales alturas, por las calles empedradas y desniveladas de la capital. Flacas, esbeltas, femeninas, no en vano el culto a la mujer en Ucrania es tan importante. 
Sin embargo, la vida dura hace de estas preciosas jovenes, mujeres maduras con razgos cansados. La devoción hacia sus respectivas familias les hace olvidar un poco el cuidado personal y, detrás de expresiones de fatiga, de los pañuelos que cubren sus cabezas, de los muchos kilos de más y de los vestidos amorfos hasta los talones, se adivinan los razgos de las hermosas mujeres que fueron.
Los hombres idolatran a sus mujeres, las protegen, las defienden, hablan de ellas. Es una sociedad donde la mujer tiene mucho peso, es ella la que decide en casa. Es ella la que hace todo: trabaja a la par del hombre fuera de casa y vuelve para ocuparse de su hogar y de toda su familia. Ella es el centro de universo, a ella recurren por consejos, por apoyo, por comida, por amor. Ellas no muestran cansancio, responden con dulzura la atencion de sus familias, se contentan con la felicidad de sus hijos y mantienen el universo girando.
En las calles se ven muchas, muchas mas mujeres que hombres. Desde las adolescentes y adultas jovenes con sus larguisimas piernas bronceadas, hasta las babushki que venden flores o frutas y verduras en la calle. Estas ultimas, con una pension de miseria, no tienen alternativa que seguir trabajando para sobrevivir. Los hombres viven 12 años menos que las mujeres (la esperanza de vida de los hombres es de 60 años y la de las mujeres de 72 – PNUD 2008).
Pienso en las vidas de estas mujeres que sentadas en un balde puesto al revés, en la vereda o en el tunel del metro, venden los tomates mas ricos del mundo que ellas mismas cultivan en sus huertos y se me estremece el cuerpo. Una babushka que nació en las primeras decadas del siglo XX, vió desfilar ante sus ojos dos guerras mundiales, una cortina de hierro, hambrunas, revoluciones, progreso, decadencia, nacimientos, destrucción, una independencia... Y ellas estan ahi, con sus pañuelos en la cabeza, sentadas, vendiendo tomates para sobrevivir. Qué fuerte.

Ayer fuimos a visitar a la abuela. La señora nació y vivió toda su vida en la misma ciudad, sólo se mudó una vez, a 100 metros de su casa anterior, cuando se volvió a casar, después de quedar viuda. Con sus ojos profundos, donde todavia se ve el mismo brillo que en los ojos de su hija, y sus manos ahora víctimas de Parkinson, trabajó toda su vida en una fábrica haciendo trabajo de precisión: ajustaba instrumentos para medir. Esta señora, universitaria, vio gran parte del siglo XX desfilar delante de sus ojos. Cuántos recuerdos de los felices años soviéticos quedarán en su memoria. Cuántas esperanzas se irán con ella de un futuro que no fue.
Un rato mas tarde, vino su amiga de infancia a visitarla. Esta señora, ingeniera, vive con sus dos nietos desde la muerte de su segundo hijo. Una mujer activa que sabía de la inmigracion judía en America Latina, que quería escuchar hablar en castellano y que estaba contenta de ver a su nieto postizo, venir a la ciudad natal con su compañera... aunque ésta sea extranjera.

Los ucranianos son como su pais: frios, serios y secos al primer approach. Pero, una vez penetrada la barrera de las diferencias culturales, se descubren hospitalarios, amables, educados, entrañables. Me siento bienvenida, cómoda. La gente me abre las puertas de sus casas y, sin idioma en común mas que el de las sonrisas y el respeto, me hacen sentir como en mi casa.