31 agosto 2012

Quodlibet*


Pasar el verano en París -sin irse de vacaciones- no tiene nada de malo. Durante el mes de agosto tuve poco trabajo y me pude dar el lujo de vagar por las calles de mi amada ciudad, descubrir nuevos lugares (siempre hay rincones ocultos) o volver a los preferidos.
También fui a varias exposiciones. Ésta fue una de mis preferidas:


Elvire au col blanc - Modigliani
La Femme au pullover rouge (1917) - Moïse Kisling
Interesante aprender sobre la vida de Jonas Netter de quien nunca había escuchado hablar y, sin embargo, fue uno de los coleccionistas más importantes del siglo XX. Descubridor de talentos y extremadamente discreto. Sin él, artistas como Modigliani, Soutine o Utrillo no hubiesen existido. Netter era un amante del arte en general y de la pintura en especial. Cuando llegó a París desde su Alsacia natal, no tenía los medios suficientes para comprar obras de arte, particularmente impresionistas, sus preferidas. Pero su pasión lo llevó a interesarse por artistas desconocidos y se aventuraba en ateliers para encontrarlos. Para eso se asoció a un personaje remarcable: Zborowski, un poeta polaco (o al menos así se definía él) exuberante, sociable y extrovertido, su opuesto exacto. Es este personaje quien le presenta a Modigliani. Netter, un judío discreto, se fascina con sus obras y empieza a comprar todo lo que el italiano pintaba. En un momento llegó a tener más de 40 obras. Así empieza a conocer a otros artistas quienes, más tarde, formarían parte de lo que se denomina “La escuela de París”: Valadon, Kisling, Utrillo, Soutine y otros menos conocidos como Krémègne, Kikoïne, Hayden, Ébiche...
Amedeo Modigliani

Netter es una de esas grandes personas que llevan a cabo una obra magistral sin necesidad de publicidad ni fama, por el mas puro amor al arte, por el placer que le provocaba observar sus obras y hacerlas conocidas del gran público. (Chéri me decía ayer, cuando le contaba esta historia, que un judío que se enriquece comerciando con arte, no lo hace sólo por amor. Yo me quedo con mi imagen romántica del personaje). No lo dice en ningún lugar en la exposición pero yo sostengo que tiene una marcada preferencia por los artistas judíos (muchos de ellos murieron en campos de concentración en la II Guerra)... incluso Modigliani es sefardí.

Jeanne Hébuterne
Hay que situarse también en la época: París de la post-guerra, “Los Años Locos”. El recuerdo de la guerra está todavía muy presente y para librarse de él, todo está permitido. En ese momento, el barrio de Montparnasse estaba en plena ebullición artística. Se dejan de lado los tabues, las mujeres aligeran su vestuario (o se lo sacan, directamente, como Josephine Baker). En Montparnasse te podías cruzar con Picasso, Chagal, Zadkine, Gertrude Stein, Hemingway, Dos Passos, Henry Miller, Fitzgerald, Ezra Pound, Man Ray, Joyce o T.S. Eliot. Alguien dijo que en Montparnasse “bebemos y bailamos. Fumamos y hacemos el amor. Escribimos y pintamos. Coco, heroína y nieve (seguramente haciendo alusión a las drogas). Nos picamos y aspiramos entre el pulgar y el índice. La policía cierra los ojos. Cada uno y cada una quiere hacer su vida. Reinventamos el amor, totalmente, como las doctrinas estéticas o las formas de pintar. Con el mismo deseo de hacer “borrón y cuenta nueva”. No se vive mejor en ningún otro lugar, libremente, ¡he aquí la palabra clave!. El amor libre, el arte libre.”

El 24 de enero de 1920 muere Modigliani. Al día siguiente, su esposa Jeanne Hébuterne, embarazada de nueve meses y con una hija chiquita, se suicida. Estas muertes conmocionan el ambiente artístico de Montparnasse y sirven para tener una perspectiva de la importancia que tendrá Modigliani en el futuro.

Es en esta atmósfera tan pasional, esta ebullición cultural, que estos artistas tienen la suerte de pintar y existir.

Suzanne Valladon


Retrato de Zborowski - Modigliani




















(*) Quodlibet: del latín quod : « lo que », y libet : «te place». La RAE prefiere la horrenda forma cuodlibeto que no pienso utilizar.
1. m. Discusión sobre un punto científico elegido al arbitrio del autor.
2. m. Dicho mordaz, agudo a veces, trivial e insulso las más, no dirigido a ningún fin útil, sino a entretener.
3. m. Uno de los ejercicios en las antiguas universidades, en que disertaba el graduando sobre materia elegida a su gusto.


Esta es, pues, mi disertación sobre un tema de mi gusto.