28 abril 2009
Mumbling
20 abril 2009
Mujeres que leen
10 abril 2009
¿Cuánto tiempo es ahora?
¿Cuánto tiempo dura el presente hasta que se convierte en memorias?
Estoy pensando mucho en ésto estos días, pensando en la inmediatez en la que se espera que sucedan las cosas, en la inmediatez con la esperamos los resultados a las diferentes acciones. Si el ahora es muy corto, las experiencias no se pueden contar sin que se conviertan en recuerdos
Por ejemplo, pensaba en el proceso de escribir una carta: pensar en el destinatario, en que quiero saber de él y quiero que sepa de mí, busco un papel, busco una lapicera con la que me guste escribir, me siento en un lugar cómodo, con buena luz. Pienso cuidadosamente las frases, los signos de puntuación para que transmitan lo más fielmente posible lo que quiero que esa persona sepa, sienta, comparta. Pienso en un cierre, en un saludo, en un deseo. Doblo celosamente el papel en el que acabo de volcar mis sensibilidades. Me imagino la cara de la persona cuando encuentra mi carta en su buzón, me imagino lo que siente al leer el remitente, me imagino que piensa en mí, que ve su nombre escrito con mi letra. Me imagino a la persona buscando algo con qué abrir el sobre, sentándose en algún lugar elegido a leer mis letras, mis palabras cuidadosamente escogidas para transmitirle mis sentimientos. Me imagino las sensaciones que quedan después de leer mi saludo final. Me imagino si querrá compartir esa carta, si se la dará a alguien para que la lea o si se la comentará solamente…
¡Hace tantos años que no escribo una carta! ¡Y con lo mucho que me gustaba!
Alguna sinapsis dentro de mi prolífica imaginación, relaciona esta obsesión por la inmediatez con el hecho de aparentar, de fingir, de faire sembler. Por alguna razón que todavía no logro identificar, veo un indicio de falsedad en toda esta obstinación por el “ya”. Y debo reconocer que en estos asuntos, las mujeres llevamos la delantera cómodas. Las mujeres fingimos talles de corpiños, colores de pelo, ojeras, altura, pestañas despobladas, bocas pequeñas, malas compañías… y, por supuesto, orgasmos.
Por más que ponga empeño, no logro descifrar la verdadera causa por la cual las mujeres somos expertas en estos temas. Pero por alguna razón –como dije antes- se me ocurre relacionarlo con la necesidad de inmediatez. ¿Será la necesidad de gustar, de caer bien, de hacer sentir bien a los demás ya?, ¿será una especie de apuesta a futuro del estilo “me juego todas las cartas ahora“? Realmente no lo sé y cualquier piecita que aporte a este puzzle es bienvenida.
Y por último –como yo soy mi propio conejito de indias, mi propio experimento sociológico- traslado todo este blablablá a mí. Y se me ocurren ideas sueltas como que quizás el hecho de que yo sea tan lenta tenga que ver con que no sé disimular (como mi mamá no sabe, ella nunca me enseñó), con que soy muy honesta con lo que siento.
Ansiedad, paciencia, ahora, búsqueda, relación, respuesta, tiempo.
Uf!
28 marzo 2009
El viento a tus espaldas
No es cambiar de estado civil, es cambiar de estado del alma.
Es no encontrar razones para hacer fiaca en la cama, es no saber dónde estás y no buscarte,
es no sentir tu olor, es la cama demasiado grande,
es el espacio donde no estás.
Vuelvo a gatear, vuelvo a aprender a caminar sola
pero ahora sin que mi papá corra a poner su mano en el borde de la mesa
para que no me golpee la cabeza.
Es el camino sola, es el vuelo solitario.
La mayonesa se quedó en la heladera y tu voz en las paredes.
Es el tiempo, es mi ritmo,
es sólo la locura de mis ideas sin la perspectiva de las tuyas.
Es mi universo paralelo sin tus pies en la tierra.
Es mi distancia, mi introspección, mi lentitud.
Es mi nombre a secas, es mi mano sola, mis respuestas a mis propias preguntas.
Son dos llaves para una puerta, dos almas en dos cuerpos,
son muchas hojas en blanco para un solo cuaderno.
Y no estamos más, no somos más.
Sos. Soy.
Imperfect me con pedacitos de vos que rellenarán huecos para siempre.
Lo aprendido no se desaprende.
May you have the sweetest of lives.
May the wind be always at your back.
And may you always count on me.