Le hacían un montón de estudios ("tests" en el sueño) y estaba bien.
Mariano y yo le agarrábamos la mano, él estaba parado al lado nuestro y nos mostraba lo bien que estaba. Le tocábamos la mano apretando nuestros pulgares contra su palma y él sonreía. Sentía su piel, su calor, su hermosa mano.
Estaba contento, fuerte, lindo. Después se iba y nosotros nos quedábamos en ese lugar.
Después papá y yo estábamos en París. Nos teníamos que tomar un colectivo a algún lugar. Él ya estaba en la estación y yo corría por las calles porque llegaba tarde. Él me llamaba al móvil y me preguntaba "estás llegando?". Yo le decía que sí pero en realidad estaba lejos todavía. Me tomaba un taxi.
Ay cómo duele despertarse!